A pesar de su popularidad, la reina Máxima de Países Bajos, casada con el rey Guillermo en 2002, sigue teniendo una mancha imborrable.
La popularidad de Máxima de los Países Bajos sigue ascendiendo casi proporcionalmente al descenso de otras figuras de la realeza. Desde que empezó su noviazgo con el por entonces príncipe Guillermo, la sociedad civil de este país europeo la recibió con mucho cariño y demasiado amor. Misma simpatía le demostraron cuando la pareja se casó en 2002, y mismo afecto apareció cuando ella pasó de princesa a reina, convirtiéndose en la cuarta mujer nacida en América que pertenece a la realeza europea, luego de la emperatriz de los franceses Josefina de Beauharnais (nació en Martinica), la reina portuguesa María II (nació en Brasil) y la duquesa María Teresa de Luxemburgo (nació en Cuba).
Ahora bien: Máxima Zorreguieta, así es su verdadero nombre, pese a todo el amor y respaldo que recibe, sigue teniendo una mancha imborrable en su vida que cada tanto se la recuerdan para reavivarle un dolor del pasado y llevarlo al presente. Una mancha que la sigue lastimando. Una mancha que llega desde Buenos Aires, Argentina, donde ella nació el 17 de mayo de 1971.
La dictadura argentina, una historia que sigue persiguiendo a la reina Máxima
En el último 24 de marzo, en las calles argentinas se vio una de las manifestaciones más grandes de los últimos años. Se conmemoró un nuevo aniversario del último golpe de Estado, llevado a cabo en 1976, que terminó instaurando una dictadura militar que cometió crímenes de lesa humanidad. El pueblo argentino salió a las calles, como suele hacer, para pedir “Nunca más”. Dijeron “no” a una dictadura. Además de exigir juicio y castigo a todos los responsables de aquellos años oscuros.
En Europa, no fueron pocos los que le recordaron a la reina Máxima que su padre, Jorge Zorreguieta, fue funcionario de aquella dictadura sangrienta argentina. El hombre (falleció en 2017), más precisamente, fue secretario de Agricultura y Ganadería entre 1979 y 1981. Antes, de 1976 a 1979, estando muy cerca del dictador Jorge Videla, se desempeñó además como subsecretario de Agricultura de la Nación.
De hecho, por su papel en aquella dictadura, el Parlamento holandés determinó que Jorge Zorreguieta no pueda asistir a la boda de su hija celebrada en 2002. Y así fue: el padre se tuvo que quedar en Argentina mientras Máxima legalizaba su unión con Guillermo. Para ella, significó un gran dolor, pero aceptó la decisión sin quejarse públicamente. La mancha, de todos modos, ya estaba en su corazón.
